Del otro lado del río

Camino por la rambla, esa que todos los que vivimos en Montevideo aprendimos a querer y disfrutar. Somos habitantes de una ciudad de cara al río que, cuando se ponen de acuerdo el cielo y el viento, podemos llegar a creer que es mar. Así de azul se ve el agua, que también tiene resabios de sal. Alguien dijo una vez que todo depende del color del cristal con que se mire, y mientras camino me pregunto ¿qué cristal elijo hoy para mirar? ¿qué ojos? Si me suelto y puedo imaginar con sutileza, me doy cuenta de que no son los mismos ojos los que miran con amor a un niño, con asombro a una flor o con desprecio la basura en una esquina. Entonces puedo elegir mis ojos. Y puedo elegir qué mirar. Y cómo mirarlo. Elijo ver a una abuela con su nieto en la sala de un museo, contándole cosas acerca de un cuadro y su autor. Se inclina a la altura del niño y juntos señalan partes de la obra. Yo disfruto con ellos. Puedo ver las baldosas rotas de esta vereda que acompaña a la costa, o el ...