Nada desperdiciado

«Un amigo mío comenzó una iglesia en un granero hace muchos años. Lo interesante es que ese granero se utilizaba como salón de baile durante toda la semana, pero no se utilizaba para nada los domingos en la mañana. Mi amigo tenía muy poco dinero, pero se las arregló para rentar ese granero los domingos en la mañana a muy buen precio. Había suficiente espacio para un pequeño púlpito y algunas sillas para la congregación en la zona de baile. Él llegaba temprano la mañana del domingo y limpiaba y preparaba todo. Poco a poco, personas comenzaron a ser salvas. A medida que las personas de la localidad comenzaron a entregar sus vidas al Señor, dejaron de hacer fiestas, y el granero y salón de baile comenzaron a perder dinero. Finalmente lo cerraron, y mi amigo pudo comprar el edificio. Años después, me dijo: “Cuando tomamos ese terreno, era solo cincuenta acres de tierra estéril, pero ahora tenemos un fructífero huerto en él”. Eso es lo que Dios puede hacer con su matrimonio, con su famili...