Aquellas palabras silenciadas

Qué funesto silencio éste que siento cuando se aglutinan las frases deseosas de ser agitadas al aire.
Te has marchado y al cerrar la puerta he pensado en todo lo que nunca te he dicho.
Con tristeza he enumerado las frases muertas, aquellas que por no pronunciar decidí, cual cruel homicida de verbos, permutarlas por silencios y así variar el rumbo de mis pretensiones.
Cuantos sentimientos no se transmiten por temor a hacer daño y guardados en el corazón crean telarañas de rencor.
El silencio es un buen aliado si va unido a la prudencia, sin embargo, es un lastimero compañero de viaje cuando con recelo se agazapa en el pecho ahogando las palabras.
Hay un tiempo para hablar y otro para permanecer callado. Ahora sé que mi momento pasó, que las frases no emitidas no tienen sentido ahora. ¿Qué te voy a reprochar?
Debí hacerlo cuando tuve la oportunidad, cuando la herida aún estaba abierta y mi único consuelo humano era saberme atendida por ti.
Que absurdo sería ahora volver a traer el pasado hasta aquí y pretender recrear lo vivido.
Lo que no dije pasó, ya es tarde para pronunciar las palabras que deserté, ya quedaron caducas al ser maceradas en un almíbar nada dulce llamado tiempo.
No es momento de lamentar el ayer y sus silencios. Es tiempo de arreglar, de aprender, de construir diálogos y exponerlos sabiamente. Es tiempo de sanar, de olvidar, de perdonar.
Las palabras son un canal precioso y preciso mediante el cual transferir a quien o quienes amamos la importancia de sus vidas en las nuestras. A veces omitimos esas palabras por miedo a ser declarados sensibleros. Cuando por falta de valentía excluimos de nuestros labios el mensaje que deseamos hacer llegar, cerramos una hermosa puerta por la que han de transitar las frases conmovidas y llenas de claros signos, los verbos contagiados de precisas órdenes, los adjetivos que adornan y dan color a las oraciones. Hacemos que mueran en nuestra boca las hermosas expresiones que nunca decimos, las encarcelamos por miedo a parecer vulnerables en este loco mundo donde predominan los que sólo gritan fuerte.


Yolanda Tamayo López (Escritora) Nace en Jerez de la Frontera (Cádiz). Desde temprana edad se sumerge en el fascinante mundo de los libros, el cine y la música. Siendo éstos, los impulsores de sus primeros escritos. Es colaboradora de la revista "Ventana abierta", y semanalmente escribe sus artículos para la revista "Protestante Digital", en la sección llamada "Íntimo". Publicó uno de sus artículos, en la revista "FOTO", y actualmente coordina la librería de la ONG "Brote de Vida".

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