¿Dónde terminan mis límites?


Hace unos días atrás al pasar por una circunstancia difícil en lo laboral, una actitud muy poco convincente, me puse a pensar en esa frase "los derechos de una persona terminan donde empiezan los de los demás” o sea, cualquiera es libre de ejercer sus derechos siempre que no vulnere ningún derecho ajeno.
Recordá que vos ponés sus límites, vos establecés el tipo de relación que deseas, vos das la pauta a otros para que ellos establezcan como tratarte.
El amor genuino y verdadero no destruye, porque nos nutre y nos permite ser tal como somos
El límite personal tiene que ver con aquello que es parte de mí ser que, al transgredirlo, no tengo posibilidad de ser feliz, porque dejo de ser yo mismo. Y aquí nuestra cultura nos juega una mala pasada al convencernos de que, si realmente quiero, puedo hacer cualquier cosa por el otro.
¿Sintiendo un gran enojo y no expresándolo, y luego no poderte explicar a vos mismo el porqué te sentís  molesto y decaído?
¿Sentís  que las personas abusan de ti?
¿Que no puedes decir NO cuando te piden algo?
¿Qué no te hacen caso, ni le dan importancia a tus cosas, que no te respetan?
Todo esto sucede porque no ponemos límites en la relación con los demás. Esta relación puede ser trabajo, amorosa, amigos, hijos, etc.
Los límites personales son la distancia, la división que marcamos entre vos, las otras personas y el mundo, y que depende de pensamientos, actividades y sentimientos que van o no de acuerdo a nuestros intereses y deseos particulares, entre lo que soy y no soy yo, dónde termino yo y comienza el otro o el mundo. Es una línea que trazamos para proteger a una parte o a toda nuestra vida de ser controlada, malentendida, o no considerada.
Nosotros generalmente no establecemos nuestros límites de una forma entendible y conciente, sino que los vamos estableciendo dependiendo de la forma en que permitimos que nos traten.
Esta actitud puede causar problemas, pues hay personas a las que hay que expresarles cuáles son nuestras fronteras de una forma clara e inequívoca. La gente no adivina lo que nosotros queremos o lo que pretendemos que hagan. Esperar que nos adivinen nos puede ocasionar problemas, es mejor hablar claro. Por ejemplo: si no te gustan que alguien te haga bromas tenés que hacérselo saber porque sino esta persona continuará bromeando de la misma forma, aunque a ti no te guste.
Cuando nuestros límites son violados nos corresponde a nosotros aclarar la situación con quien los invade. Estos límites se ven fortalecidos cuando aprendemos a decir Si a algunas situaciones o a decir No a otras. El poner límites no tiene que ver nada con la agresividad ni es un acto de violencia, sino que consiste en ser sinceros cuando se pide que se nos respete. Hay que ser diplomáticos para no herir a los demás en algunas circunstancias.
Toda relación por íntima que sea tiene que tener límites o parámetros. Para poder establecer relaciones que nos sean satisfactorias y para poder arreglar las conflictivas es necesario examinar nuestros límites. La gente llega a abusar de nosotros hasta donde nosotros mismos les damos permiso.
Cuando los límites son rígidos se convierten en murallas que impiden un acercamiento con los demás, suelen ser personas que se interesan más por ellas mismas que por los demás, y bloquean las relaciones, cuando actuamos egoístamente, por ejemplo. Nuestros límites nos deben permitir ser flexibles para poder establecer relaciones cercanas y que nos satisfagan. Algunas veces esto se confunde y ya no se sabe donde comienza uno y donde termina el otro, cuando nos relacionamos de esta forma no se percibe con claridad cuáles son nuestros sentimientos, deseos, necesidades y otros aspectos de la vida íntima y cuáles son los de la otra persona. El apego excesivo nos conduce a relaciones no satisfactorias. El intento de pensar y sentir como otra persona, ya sea nuestra pareja, hijos, amigos hace que ninguno de los dos nos conozcamos. Me gusta el fútbol porque a mi papá le gusta y entonces me tiene que gustar a mí.
Para poder reforzar nuestros límites personales, debemos tener la mayor claridad posible acerca de cuál es nuestra visión personal o profesional, a dónde deseamos encaminarnos, qué futuro deseamos tener. ¿Cómo y dónde deseamos estar en unos tres años, qué tipo de actividades deseamos estar realizando, qué tipo de vida deseamos llevar y con quién la deseamos estar compartiendo? Cuanto mayor claridad logremos tener en describir para nosotros el futuro que deseamos, mucho mejor.
También la relación entre Dios y la persona, vive del trato correcto con los límites, la persona anhela unirse con Dios, la fórmula clásica sin mezcla ni separación muestra el camino de la unión de la persona con Dios y esta verdadera unión supera el límite entre Dios y el hombre y, a la vez, lo salvaguarda y en esa unión Dios permanece Dios, y el hombre permanece hombre, aceptar este límite entre Dios y el hombre, en esto consiste para los antiguos la sabiduría del hombre, en Proverbios 1:7 dice la palabra de Dios, “… el principio de la sabiduría es el temor de Jehová…”
Así, el tema de los límites afecta de manera central a todos los ámbitos de nuestra vida: nuestro trabajo, el trato con uno mismo, nuestras relaciones y nuestra vida espiritual. En todos ellos se trata de marcar límites y respetar los límites.
Deseo que todos los lectores que encuentren la medida para poner, superar y respetar los límites propios y ajenos, para que sus relaciones tengan éxito y su vida sea cada vez más feliz.


Luis Gargiulo
Argentino. Reside desde hace unos años en la ciudad de Olavarría junto a Ana María, su esposa, y sus hijos. Actualmente trabaja en el consejo escolar de la ciudad, y participa activamente de la Asociación Cosecha Mundial. Forma parte de Red Visión Radio (www.redvisionradio.com), en donde conduce SOS un programa que se emite los días lunes, miércoles y viernes desde las 22 a las 23 hs, hora Argentina.

Fotografía: ALKA - http://alberkrip.wordpress.com/

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