El Laboratorio: La mente y el cuerpo

El cuerpo y la mente están intrínsecamente ligados y la interacción entre ambos tiene influencia directa sobre la salud y la enfermedad, la vida y la muerte. La medicina mente-cuerpo atiende las necesidades emocionales, cognitivas, físicas, nutricionales, vinculares, espirituales, energéticas. Hoy la medicina acepta la cercanía de esta medicina mente-cuerpo que necesita del vínculo médico-paciente, de la participación activa del paciente y de una medicina que pueda atender todas sus necesidades y no sólo las físicas. Cada vez más, las herramientas propias de una persona pueden hacer la diferencia y sanar su vida, su cuerpo, su alma.



Lo primero que hay que comprender es que existen mecanismos bioquímicos que regulan procesos fisiológicos que se asocian al avance de una enfermedad o de una incapacidad y que están originados en estados emocionales y actitudes psicológicas. Hay emociones que ponen en movimiento sustancias químicas que desencadenan en el cuerpo determinadas reacciones. Cada persona posee recursos propios para movilizar el curso de su propia biología. Y existen técnicas para poner en movimiento esos recursos y mejorar la calidad de vida de las personas.

“Lo importante es destacar que hay una unidad que compone nuestra realidad, estamos integrados, somos un ser compuesto de mente y cuerpo. En cada célula hay mente, la mente no está del cuello hacia arriba sino en el cuerpo entero, cada célula es como un pequeño cerebrito que interactúa con el cerebro. El sistema inmunológico es considerado incluso el segundo cerebro. Todo esto tiene que ver con la psiconeuroendocrinoinmunología. Estos sistemas- el psicológico, el neurológico, el endocrino y el inmunológico tienen una inteligencia para interactuar y mantener el equilibrio en ese cuerpo. Si hay una enfermedad es porque ese equilibrio se rompió y es importante descubrir la relación mente cuerpo con como generadora de la enfermedad sino como un proceso asociado a ese desequilibrio”, comienza diciendo Stella Maris Maruso, fundadora de la Fundación Salud y autora de dos libros.

Las emociones y las creencias pueden controlar el desarrollo de la vida al incidir sobre le comportamiento y la actividad genética. La base está en la Psicoinmunoendocrinología, que se refiere al estudio de las interacciones entre los procesos de adaptación de conducta, neuronales, endocrinos e inmunológicos y cuya base fundamental es que el equilibrio requiere de la interacción entre el sistema nervioso, el sistema endocrino y el sistema inmune. Pero debe partirse de la base de comprender que la mente se encuentra en todo el cuerpo, cada actitud, cada emoción, cada información que el cerebro genera provoca una respuesta corporal que deja huella.

Sobre esta base, es importante referirse a estados emocionales nocivos, que vulneran y debilitan y otros estados que fortalecen y aportan a la buena vida. Pero fundamentalmente, es indispensable remarcar que una emoción reprimida genera muchísimos mecanismos bioquímicos que llevan a la vulnerabilidad y debilitan al cuerpo. Uno de ellos, muy frecuente hoy en día, es el estrés. El estrés es la tensión, presión o angustia física o mental y a su vez, es la respuesta del cuerpo y la mente a toda presión que tienda a romper su equilibrio tanto físico como psicológico, y de hecho lo rompe. Si esa rotura se prolonga en el tiempo, podemos enfermarnos porque afecta a todos nuestros sistemas.

“El cuerpo está hábilmente preparado para actuar frente a estresores y poder actuar de una manera determinada. A esto se le llama resiliencia. Una persona resiliente enfrenta la adversidad, sale fortalecido de ella y genera un mecanismo que dejará a esa persona mejor parado en la vida. Cuando esto no ocurre aparece lo que se llama un secuestro emocional: dejás de vivir por ese estado emocional que no podés resolver dentro tuyo, terminás con rencor, con resentimiento. Es una situación adversa que tiñó toda tu vida. Si vos aprendés a regular bien tus estados emocionales sabés que cada emoción siempre trae algo positivo, siempre que pueda ser expresada sanamente. Todas las emociones son buenas siempre que sean honestas, cuando una emoción puede expresarse es un mecanismo del cuerpo para preservarnos de un estresor, de alguna situación de la que el cuerpo se va a defender. Un estado negativo no es el problema sino que te está indicando que hay un problema, si quedás preso de una emoción”, agrega Maruso.

Fundamentalmente, es importante comprender que el estrés actúa sobre el sistema inmune, aquel que responde a señales internas y externas y al funcionamiento a su vez del sistema endocrino y al nervioso. El sistema inmune es considerado el eslabón entre la ciencia y el espíritu y es que la respuesta inmune no se basa sólo en lo que te pasa sino en cómo vivís lo que te pasa y cómo el metabolismo de tu cuerpo hace frente a lo que te pasa. El estrés lleva al cuerpo a cambiar las cantidades de hormonas que produce, a aumentar hormonas como la adrenalina y el cortisol que generan una ruptura del equilibrio en el cuerpo y, a largo plazo, ese desbalance puede afectar negativamente al cuerpo. Y las reacciones frente al estrés son formas que el cuerpo tiene de procesar lo que sucede y del uso de los recursos propios depende del efecto físico que tendrá y como el estrés, todas las emociones se manifiestan en el cuerpo físico. La movilización emocional puede ser la forma de abordar el cambio para sanar.

“Cada vez que pensamos, sentimos, imaginamos o actuamos generamos un mecanismo químico que puede sumar o restar. Un estado emocional también es un estado psicológico, no se puede separar del cuerpo. Cuando vos sentís algo es justamente un mecanismo químico, una sustancia que va a impactar en una célula. En el momento que impacta se produce la sensación. Por lo tanto, tenemos un maestro maravilloso que es nuestro cuerpo para nosotros: una sensación de malestar está indicando que hay un mecanismo químico que no es bueno, que vulnera nuestra integridad y si vulnera nuestra integridad y entonces el primer sistema comprometido es el inmunológico”, sostiene Stella Maris Maruso.

La medicina mente-cuerpo ha ido lentamente ganándose respeto y aceptación dentro de la comunidad y especialmente, del sistema de cuidado de la salud. Muchos médicos se han acercado a investigar, especialmente a partir de la mejoría de sus pacientes, de qué se trata. Pero además, hoy es reconocido el valor médico de la actitud positiva, un sentido propósito, una conexión social, el uso apropiado de la medicina convencional, una inteligencia emocional y un estilo de vida físicamente activos. Y valora los cambios internos de un individuo y cómo esta actitud puede hacer la diferencia en un tratamiento. Pero además, es importante destacar que la medicina mente-cuerpo no se refiere a sanación al cese de todos los síntomas sino a recuperar la totalidad incluso frente a una enfermedad crónica. Los individuos somos capaces de poner en movimiento un tsunami de mecanismos bioquímicos que pueden regular procesos fisiológicos que están asociados al restablecimiento de la salud. Y hoy esto tiene base científica en distintos estudios realizados en todas partes del mundo.
“Nosotros hemos recibido varias propuestas de investigadores del CONICET para abrir protocolos de investigación sobre la forma en que abordamos la generación de mecanismos endógenos, propios, para la recuperación de los pacientes. Aunque, para quienes abordamos este enfoque lo que buscamos no es la sanación del paciente sino de la persona”, dice la autora de “El laboratorio del alma” y “El laboratorio interior”, de Ediciones B.

Y continúa: “Tener en cuenta la relación médico-paciente es fundamental, el médico puede marcar la diferencia en cualquier tratamiento porque el médico puede sacar lo mejor del paciente, puede estimular y además puede generar mecanismos químicos que van a optimizar la capacidad de respuesta frente al tratamiento y también del propio cuerpo que va a marcar una diferencia en cómo va a experimentar lo que le está ocurriendo.- pero también es cierto que cada uno llega a una experiencia con una mente compuesta por experiencias, sensaciones, tiene que ver con su historia de vida. Entonces un tratamiento ideal, que va a sumar, es ayudar a cómo experimenta lo que le está ocurriendo, experimentarlo de una manera saludable y poner lo mejor que tiene a disposición del tratamiento que va a recibir. ¿Qué hacemos nosotros en la Fundación Salud? Nosotros no atendemos las enfermedades de los pacientes, lo que atendemos es cómo experimentan lo que les toca vivir”.

Fuente: SentiryPensar. com.ar
USADO CON PERMISO ESCRITO

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Enseña a tus hijos a ser positivos

Nick Vujicic la historia del hombre sin manos y sin piernas

El poder de las palabras